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Value Investing BuyandHold

Algunos consejos para invertir mejor

A la hora de planear un proyecto para invertir a largo plazo hay que tener en cuenta multitud de factores que pueden afectar al desempeño de los activos que hayamos elegido, o a las decisiones que tomemos. Los principales peligros que pueden destruir una inversión son el riesgo del mercado, la especulación, los gastos, la inflación y los impuestos. Como explicábamos en una reciente publicación, los tres primeros peligros se pueden evitar mediante la diversificación de nuestras carteras y controlando nuestros gastos; en cambio, tanto la inflación como los impuestos no dependen directamente de nosotros.

Teniendo esto en cuenta, debemos asegurarnos de que la base de nuestro proyecto sea sólida.

¿Qué tendremos que hacer para que esto suceda en la mayor medida posible? como explica Juan Palacios, profesor del IESE y del Instituto Internacional San Telmo, en su paper ‘Finanzas personales para directivos: cuatro principios para no equivocarse’, lo primero será identificar los rasgos que debe reunir nuestro asesor financiero. Es de vital importancia que el asesor tenga una buena preparación financiera, es decir, que esté al día de la información y que conozca profundamente la teoría financiera, dominando, como mínimo, los conocimientos que se enseñan en los mejores programas de máster de Estados Unidos. Nuestro asesor debe ser, además, independiente, es decir, que no tenga conflictos de intereses (si no fuera de esta manera, debería tener la ética para contarnos todos los puntos en los que existe dicho conflicto). El tercer rasgo será que piense como un inversor, y no como un especulador, porque esto podría poner en riesgo la inversión. Finalmente, debemos fijarnos en que el asesor tenga un buen conocimiento de su cliente, ósea, que sepa lo que necesitamos.

Lo segundo que tendremos que hacer será elaborar un proyecto de cinco puntos, que deben explicarse claramente a nuestro asesor. Estos son: diagnóstico, objetivos, productos financieros, criterios de selección y decisión y plan de acción.

En primer lugar, tener un buen diagnóstico de qué queremos hacer y hasta dónde queremos llegar será imprescindible. Esto debe estar basado en las preferencias personales del inversor y debe consultarse con el asesor cuando ya esté casi completamente planificado.

Segundo, debemos tener un objetivo de rentabilidad (el crecimiento anual que queremos conseguir para nuestro patrimonio) definido, y, con ello, ver si nuestros planes son viables financieramente. El objetivo de rentabilidad debería cumplir tres condiciones: tiene que ser suficiente para conseguir lo que nos hemos propuesto; tiene que ser viable y respetar la disciplina del mercado; y que coincida con el nivel de riesgo que estaríamos dispuestos a asumir.

En tercer lugar, habrá que escoger los productos financieros en los que invertiremos. Hay decenas de miles de productos disponibles para invertir, de los cuales, muchos es mejor evitar. La única solución es tener buenos filtros para evitar la entrada en nuestra cartera de activos que no nos convienen.

El cuarto punto es el criterio para elegir, que va muy unido al anterior. Para elegir bien habrá que poner en práctica los cuatro criterios que explicamos hace poco tiempo en este mismo blog: diversificar, reducir gastos, personalizar y poner en contexto. Utilizando estos principios eliminaremos, de entrada, los productos especulativos, haciendo nuestra inversión más segura.

Por último, encontramos la toma de decisiones y el plan de acción. Cabe destacar que, si hemos seguido estos pasos, diseñando una cartera que coincida con nuestras preferencias y objetivos y con lo que se puede esperar del mercado, los productos darán los frutos que esperamos. Esto hará que no haga falta revisar demasiado la cartera, salvo que veamos que se ha cometido un error.

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