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La corrección de los bonos y la pesada carga que afronta España

Aunque el ritmo vertiginoso de la actualidad está contribuyendo sin duda a distorsionar nuestra percepción del tiempo, lo cierto es que hace apenas tres meses el bono español a diez años marcaba un hito histórico.

Al terminar una subasta del Tesoro con esta referencia en tipos negativos por primera vez en su historia, al cotizar en -0,016%. En el mercado primario, el bono español a diez años también registró mínimos históricos por aquellas fechas, al ofrecer un rendimiento del -0,018%.

Hoy, tres meses más tarde, el fantasma de la inflación y las dudas en torno al ritmo y fortaleza de la tan ansiada recuperación han provocado una fuerte corrección en los mercados de deuda soberana, de modo que en el momento de escribir estas líneas el bono a una década está cotizando en 0,313%. Aunque a simple vista parezca un movimiento mínimo, pues los tipos siguen estando fuertemente reprimidos gracias a las políticas expansivas de los bancos centrales, en la práctica supone que quien hubiera comprado el famoso bono en negativo en la subasta de diciembre estaría acumulando unas pérdidas superiores al 30% hasta hoy. De hecho, tal y como declaró recientemente nuestro gestor Rafael Valera a El Confidencial, si no existiera el fenomenal respaldo del BCE, hoy nuestra deuda cotizaría en niveles del 6%- 7%, que recuerdan peligrosamente a los que pusieron a España y al resto de países ‘PIGS’ contra las cuerdas durante la crisis de la deuda soberana de 2011.

En nuestra publicación sobre el posicionamiento de nuestros fondos en el arranque de año ya advertíamos que íbamos a empezar 2021 con los bolsillos llenos de liquidez, porque estábamos viendo unas señales de excesivo optimismo que nos llevaban a ser cautos con las decisiones de inversión que íbamos a tomar. Solo hemos necesitado tres meses para confirmar nuestras sospechas, y nos enorgullece afirmar que en esta fase de corrección nuestros fondos de renta fija han conseguido posicionarse a la cabeza por rentabilidad de sus respectivas categorías gracias a una política guiada por la cautela y un bond picking muy cuidadoso.

Pero no venimos ahora a hablar solo de la corrección de la deuda soberana, sino de otro daño colateral que nos preocupa considerablemente más: el exceso de endeudamiento de nuestra economía.

Según datos de Eurostat, España terminó 2019 con un endeudamiento del 98,5% sobre el PIB. Como consecuencia de la pandemia, esta cifra se disparó hasta el 117,1% del PIB español en 2020, según datos del Banco de España. Se trata de un máximo histórico espoleado por el coronavirus y sus ramificaciones, como son: el hecho de que haya cerca de un millón de españoles todavía en ERTE, que en el último año más de 750.000 personas hayan engrosado las cifras nacionales del paro, más la destrucción del tejido productivo provocado por el cierre de más de 100.000 empresas entre febrero de 2020 y febrero de 2021.

Entre tanto, el calendario de subastas del Tesoro sigue consumiendo hojas. Hasta el momento ya se han efectuado doce subastas públicas de letras de distinta duración y otras seis de bonos a diverso vencimiento, y está planeado que el ritmo no pare, a razón de cuatro subastas de letras al mes y otras dos subastas de bonos al mes de aquí a que termine 2021. A esto se debe sumar la previsión por parte del Gobierno de efectuar políticas expansivas con las que estimular a la economía, es decir, que nuestra previsión es que el gasto público no se reduzca, sino todo lo contrario.

En definitiva, en ausencia de perspectivas de que España sea capaz de empezar a crecer otra vez cuanto antes -y de manera deseable con un crecimiento que sea sólido y sostenible-, lo único que podemos constatar es que el Estado está construyendo una losa de deuda pública. Según nuestros cálculos, si se repartiera todo lo que debemos como nación tocaríamos a unos 27.000 euros por español, es decir, a más de 100.000 euros en una familia de cuatro miembros.

En vista de esta situación, nuestra pregunta es: ¿España esta cómoda siendo cada día más esclava de su deuda, es decir, de sus acreedores? Nosotros no, y por este motivo desde hace tiempo solo asumimos riesgo de crédito en nuestras carteras, evitando asumir las distorsiones de la deuda soberana en un segmento del mercado que consideramos absolutamente sobredimensionado.

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