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“Democracia, tiranía y el euro” – Julián Pascual

Artículo de Opinión en Expansión

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Para nosotros, ciudadanos del siglo XXI, la democracia liberal o parlamentaria responde a un sistema de gobierno que garantiza los derechos, las libertades y la prosperidad. Sin embargo, para Platón y Aristóteles, que vivieron en el siglo IV antes de Cristo, la democracia no fue precisamente su régimen favorito a pesar de que la conocieron bien. Ambos advertían del riesgo que corría de deslizarse suavemente por la rampa de la demagogia hasta acabar en la tiranía.

Las democracias liberales surgieron en Europa hace 200 años como reacción al absolutismo monárquico. El poder absoluto comenó a limitarse desde la primacía de la Ley, que reduce la arbitrariedad y abre un espacio de igualdad y libertad. Junto con la ley, se añadieron otros contrapesos al poder como la libertad de culto, de expresión y de prensa, la creación de un sistema judicial independiente…etc.

Este conjunto de elementos es lo que denominamos instituciones democráticas. Por tanto, una verdadera democracia no consiste solo en acudir a las urnas cada cuatro años, si no en contar con unas instituciones fuertes, de calidad e independientes. Es muy interesante cómo los académicos americanos Daron Acemoglu y James A. Robison en su libro Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, defienden que son la calidad y la independencia de las instituciones las que garantizan la prosperidad y la riqueza de los países, y no sus recursos materiales.

Los filósofos griegos pensaban que para conseguir un gobierno de calidad, además de una buenas instituciones, es necesario un suelo “humus” moral social compartido por todos.

La democracia, como todas las relaciones humanas, se apoyan en la confianza y un acervo común de valores que no son negociables ni pueden estar sujetos a votación. En una democracia sana debe ser totalmente inaceptable el uso de la mentira sistemática, la corrupción, el fraude de ley, etc. Cuando socialmente se tolera que nuestros dirigentes puedan mentir sin medida y actuar sin ninguna cortapisa moral, estos perciben que todo vale y se sienten tentados a controlar las instituciones aumentando así su poder, sabiendo que si consiguen corromperlas entonces su poder será ilimitado.

Hay, sin embargo, una institución que no resulta nada fácil controlar: el euro. Cuando un gobierno no controla su moneda, ésta impone un límite infranqueable para el clientismo y la demagogia. Si la moneda es una institución independiente, la maquinaria de salarios, pensiones y subvenciones sólo se puede gestionar ajustando los gastos a los ingresos, o bien encontrando a alguien que esté dispuesto a prestar ese dinero que se gasta de más. La soberanía real del gobierno, igual que la de cualquier ciudadano, consiste en no vivir por encima de sus posibilidades.

Cinturón de seguridad

En España, aunque nadie se atreve a decirlo, llevamos viviendo por encima de nuestras posibilidades mucho tiempo, lo que significa que el cinturón de seguridad de la moneda única se pueda activar en cualquier momento.

Cuando las cosas iban bien, no logramos bajar el déficit público del 3% del PIB, así que ahora, cuando las circunstancias se han torcido, el déficit de 2020 fácilmente alcanzará el 10%.

El freno de emergencia del euro ya se ha activado en otras ocasiones. En 2011 el presidente Zapatero se levantó un día, fue al parlament ey dijo e hizo todo lo contrario de lo que había dicho y hecho hasta entonces: congeló las pensiones, bajó el sueldo a los funcionarios y eliminó subvenciones, inversiones y gastos.

En 2015 cuando Gracia no podía financiarse por sus propios medios, el primer ministro Alexis Tsipras convocó un referendum en el que se rechazó abrumadoramente la oferta de ayuda de Europa. Lógico. ¿Qué votarían ustedes si les dejan elegir entre recibir dinero gratis o apretándose el cinturón? Sin ningún rubor, y ninguna coherencia, unos días después Tsipras aceptó el paquete de ayudas del rescate.

De momento parece que no pasa nada porque el Banco Central Europeo está comprando deuda pública española masivamente. Algunos analistas estiman que puede estar comprando la mitad de las emisiones del Tesoro Público directa o indirectamente.

¿Cuánto más va a durar esta situación? Francia y Alemania ya han anunciado un programa de transferencias norte-sur a cambio de nuevas reformas.

No pienso que los países-hormiga de la Unión Monetaria tengan ningún interés en convertirse en guardianes de nuestro Estado de bienestar y de las libertades. Sólo se niegan a dar a la cigarra la llave de la despensa y de la máquina de hacer billetes para evitar que acabemos todos en déficits sin control, hiperinflación y en la ruina total. El euro, como institución que nos protege, no garantiza una regeneración política y social de nuestro país. Es sólo un freno de mano de última instancia para políticos irresponsables. Cuando este freno se active, la situación se habrá deteriorado mucho. Sería menos dañino que, antes de que esto pase, los ciudadanos españoles no toleráramos más la mentira y la demagogia.

 

Julián Pascual Huerta – Presidente de Buy & Hold SGIIC

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